lunes, 20 de agosto de 2007

El Desgaste Espiritual y Emocional.

Estimados Amigos,

He encontrado un interesante articulo sobre el Desgaste Espiritual y Emocional que sufrimos muchas veces en nuestra vida.

Espero que les guste.

Fuente = www.desarrollocristiano.com


Ministerio y vida espiritual ( El Desgaste Espiritual y Emocional)

El desgaste espiritual y emocional que resultan del ministerio son difíciles de combatir porque el proceso no es visible ni se sienten inmediatamente sus efectos. El deterioro es lento y gradual. Muchas veces el líder toma cuenta de la situación cuando la fatiga interna se ha vuelto crónica. Esto también dificulta su recuperación pues la renovación no es instantánea.

Cuando existe el cansancio físico, una o dos noches de buen descanso servirán para reponer las fuerzas, mas no ocurre lo mismo en la vida espiritual ni en la emocional. Allí se requiere de un proceso lento y sostenido para volver a recuperar un estado verdaderamente saludable. Por esta razón, entonces, es importante tomar acciones preventivas, en lugar de curativas.

No se fíe de su propia apreciación

Por lo compartido en el párrafo anterior, es importante que usted no confíe en su propia evaluación del estado de su vida espiritual. Las apariencias pueden ser engañosas y será necesario hablar con otros que ven con mayor objetividad su vida. Entre las personas claves para este proceso deben estar su cónyuge, su familia y sus colegas en el ministerio. Por supuesto, será fundamental que les dé libertad para que le puedan compartir lo que observan en su vida. No olvide el valioso aporte que hizo Jetro al ministerio de Moisés (Ex 18). De no haber sido por su intervención, seguramente el profeta hubiera terminado completamente agotado.

Conozca los síntomas del deterioro

Dios nos ha diseñado de tal manera que ciertos síntomas en nuestro cuerpo nos alertan de la presencia de alguna enfermedad. Del mismo modo ocurre en la vida espiritual, donde algunas actitudes y algunos comportamientos nos avisan de que no todo está como debería. Algunos de los más comunes son:

  • Comodidad con el pecado – ya no le molesta el pecado ni se siente mal porque esté presente en su vida.
  • Desánimo – mira para atrás y cree que no ha logrado nada en el ministerio.
  • Derrotismo – observa el futuro y no despierta en usted ninguna esperanza.
  • Baja autoestima – siente que nadie aprecia todo el esfuerzo que usted hace.
  • Falta de gozo y gratitud – existen pocos momentos en la vida de verdadera celebración por la bondad de Dios.
  • Falta de dirección – trabaja por inercia, sin un proyecto claro.
  • Falta de emociones frente a lo divino – ya no lo conmueve la intervención de Dios en su vida ni la de los que están con usted.
  • Vida devocional pobre – hace tiempo que no disfruta de tiempo a solas con el Señor.
  • Vida matrimonial tensa – la armonía y el gozo ya no son parte de su hogar.
  • Fastidio en las relaciones – las personas, que son la razón por la cual está en el ministerio, le resultan molestas.
  • Espíritu de crítica – vive señalando lo que otros están haciendo mal.

Combata los factores que lo producen

Existen ciertos elementos que contribuyen al desgaste, como el fuego a la leña. Por eso, es importante identificarlas, pues así logrará resistir su efecto en la labor que usted desempeña. De otro modo, estos acabarán apagando su pasión, la cual debe ser el motor de todo ministerio Cristo céntrico. Entre los elementos más comunes, existen:

  • Falso concepto de la obra – usted no trabaja para Dios, sino con Dios. Cuando usted se ve como empleado, todo el peso del ministerio recae sobre su vida.
  • Llaneros solitarios – no trabaje solo; una de sus prioridades es formar un equipo ministerial. Dios desea que usted trabaje a la par de otros.
  • Excesiva competitividad – no ponga los ojos sobre aquellos que están a su alrededor, para ver quién tiene la congregación más importante o el ministerio más impactante. Compita consigo mismo.
  • Falsa definición del éxito – no son la cantidad de personas que lo siguen a usted lo que lo marca como exitoso, sino la fidelidad que usted muestra hacia el Señor.
  • Utilice sus dones – produce mucho desgaste el estar haciendo tareas para las cuales Dios no le ha capacitado. Concéntrese en lo que sabe hacer bien.
  • Excesivo contacto con los problemas de los demás – Dios le llamó a depositar sus cargas en Cristo, lo que debe ser un ejercicio diario.
  • Estado físico pobre – aunque usted no lo crea, la falta de ejercicio y buenos hábitos alimenticios contribuyen significativamente a su deterioro espiritual.
  • Demasiada rutina – la rutina adormece el alma. Atrévase a romper periódicamente con sus hábitos.

Incluya en su agenda varios tiempos de retiro personal

Como parte de su vida espiritual, debería usted programar momentos en el mes y el año para estar a solas con el Señor durante al menos un día. Estos tiempos son de enorme valor porque nos permiten volver a recuperar la perspectiva correcta del ministerio y ordenar nuestras prioridades conforme con los propósitos de Dios. Lo importante es recordar que estos eventos no ocurrirán si usted no los incorpora a su calendario de actividades personales.

Cultive relaciones significativas con otros

Uno de los problemas que enfrentan los pastores y líderes es que sus relaciones giran exclusivamente con personas relacionadas con el ministerio mismo; no obstante, estas no contribuyen al renuevo, más bien, en muchas ocasiones hasta producen desgaste. Procure entonces pasar tiempo —al menos una vez por semana— con personas amigas, donde el objetivo sea disfrutar de un buen momento juntos. También debe invertir tiempo con su familia, para celebrar el regalo de tener personas que lo acompañan diariamente en la vida. Estos momentos, aunque parecen poco espirituales, son uno de los factores que más contribuyen con la renovación del alma. Observe la cantidad de tiempo que Jesús pasó con los doce y, en especial, con Pedro, Juan y Jacobo.

Experimente con las disciplinas de la vida espiritual

Existen varios excelentes libros acerca de las disciplinas de la vida espiritual. Estas disciplinas —la palabra «disciplina» viene del griego gimnasia— nos proveen de muy buenos ejercicios para ubicarnos en el lugar donde Dios puede ministrar a nuestras vidas. La iglesia ha perdido la práctica de la mayoría de ellas, reteniendo apenas la lectura de la Palabra, la celebración y la oración. Empero, existen muchas otras disciplinas que ayudan a cultivar la vida espiritual, entre ellas el ayuno, el silencio, el servicio, la confesión, la adoración, el retiro y la meditación. Todo ellas nos proveen de múltiples formas de alimentar y nutrir nuestra relación con el Altísimo.

No use el tiempo: ¡disfrútelo!

Cada día es un precioso regalo de nuestro Dios. La cultura en que vivimos, sin embargo, vive a un ritmo tan vertiginoso que nos pasamos la mayor parte de la vida ansiosos y preocupados por las muchas actividades en que estamos involucrados. No se deje arrastrar por esta presión. Tómese tiempo para disfrutar de aquello que le da sabor a la vida, viviendo con un ritmo más pausado y alegre. No olvide que la piedad es un medio de gran ganancia cuando va acompañado del contentamiento (1Ti 6.6).

© Apuntes Pastorales . Edición enero – marzo de 2005/ Volumen XXII – Número II. Todos los derechos reservados.

viernes, 17 de agosto de 2007

Diferencias entre creyente y discípulo



por Luis Gabriel César Isunza
Hablar de discipulado es hablar de transferencia de vida. Jesús hablaba de un proceso, no de un suceso, en el que van involucrados variedad de asuntos y disciplinas espirituales. En mi estudio personal sobre discipulado encontré definiciones de algunos que han sido reconocidos como expertos en dicha materia.

Lamentablemente, hablando de los hermanos que forman nuestras congregaciones, buena parte de ellos no entienden a profundidad los conceptos de discipulado y compromiso de vida. Me pregunto con frecuencia, ¿cuánto entiende el creyente sobre lo que es el verdadero compromiso? Creo que en las iglesias abundan los espectadores itinerantes, cuya búsqueda, de iglesia en iglesia, es más el reflejo de su propia frustración por falta de compromiso que profundidad en su caminar con Cristo. Ciertamente en la Biblia encuentro, en la vida y palabras de Jesús, un indicativo creciente de compromiso y dedicación. Hablar de discipulado y compromiso no es nada popular. Si yo dictara en la iglesia un estudio sobre profecía, seguramente las multitudes se agolparían buscando un espacio para el aprendizaje; pero, si dirigiera un estudio, ya sea sobre la vida de oración, o la importancia de las buenas relaciones entre los unos y los otros, o cómo invertir mis recursos en la obra de Dios, los interesados serían unos cuantos. Hoy en día sabemos de iglesias que crecen; pero me pregunto, ¿crecen como el pasto (césped, grama), a lo largo y alto pero con poca profundidad?, o, ¿como verdaderos robles? Urge que, como líderes, nos demos a la tarea de experimentar lo que Pablo decía: «dolores de parto» (Gá 4.19) en el esfuerzo de formar la vida de Cristo en otros.

Hablar de discipulado es hablar de transferencia de vida. Jesús hablaba de un proceso, no de un suceso, en el que van involucrados variedad de asuntos y disciplinas espirituales. En mi estudio personal sobre discipulado encontré definiciones de algunos que han sido reconocidos como expertos en dicha materia. Menciono algunas:

Es un proceso educativo-espiritual que logra hombres obedientes a Cristo, lo cual es el paso inicial. Como proceso es infinito. La finalidad es que los hombres piensen y vivan como Cristo. (Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo)

Es una relación de maestro- alumno, basada en el modelo de Cristo y sus discípulos, en la cual el maestro reproduce en el estudiante la plenitud de vida que él tiene en Cristo, en tal forma que el discípulo se capacita para adiestrar y enseñar a otros. (Id y haced discípulos de Keith Phillips)

Es el compromiso personal y permanente del cristiano con la persona de Jesucristo y el Espíritu Santo de obedecerle. Es el permanente señorío de Jesús en el creyente, en otras palabras, es el sometimiento total permanente del cristiano a la Palabra de Dios, la Biblia, bajo el control y dirección del Espíritu Santo. (Primera Iglesia Bautista de Ciudad Satélite, México)

El discípulo de Cristo es un creyente que refleja un constante crecimiento espiritual a la medida de la estatura de Cristo. En consecuencia, tiene vida de oración y es efectivo en el evangelismo y en el discipulado, porque actúa bajo la dirección, control y poder del Espíritu Santo. Existen algunos enunciados que en lo particular me han ayudado a entender más a fondo el concepto de ser un auténtico discípulo de Cristo Jesús. En el presente artículo mencionaré los primeros diez, tomando conciencia de que las consideraciones tratadas pueden ser ampliadas y estudiadas por los lectores.

El creyente suele esperar panes y peces; el discípulo es un pescador. Hay creyentes cuya tarea principal es consumir lo que el reino ofrece. Van a la iglesia, se hacen miembros, pero pocas veces, si no es que nunca, ponen al servicio del Señor todo lo que son y lo que hacen. Son espectadores, a estos debemos pasar al escenario, y convertirlos en auténticos pescadores de hombres y mujeres.

El creyente lucha por crecer; el discípulo por reproducirse. El creyente común no piensa en los demás sino en sí mismo. Dice: «¿qué puedo obtener de esta situación?», o, «¿en qué me va a beneficiar este asunto?». Está centrado en sí mismo y poco piensa en los demás. El verdadero discípulo se reproduce, siguiendo una filosofía de flujo, que consiste en compartir con los demás todo lo que recibe.

El creyente se gana; el discípulo se hace. Las personas que responden positivamente a una invitación en un esfuerzo evangelístico no pueden ser contadas como discípulos de Cristo, sino como personas interesadas en conocer más de Dios. Dice Billy Graham que «cuesta diez por ciento de esfuerzo ganar a una persona para Cristo, pero cuesta noventa por ciento hacer que permanezca en la fe».

El creyente depende en gran parte de los pechos de la madre (el pastor); el discípulo ha sido destetado para servir (1 Sa 1.23–24). Muchos creyentes inmaduros esperan que el pastor se haga responsable de su crecimiento espiritual. Cuando no están dando evidencias claras de su fe en Cristo Jesús, inmediatamente responsabilizan a otro de su mal desempeño como cristianos.

Al contrario, el discípulo comprometido, busca su propio alimento, y está listo para servir a los demás.

El creyente gusta del halago, el discípulo del sacrificio vivo. Si dentro del pueblo cristiano no estuviéramos tan preocupados por los reconocimientos, ya habríamos alcanzado a nuestros países para Cristo. La demanda del apóstol Pablo fue por demás contundente: «que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo».

El creyente entrega parte de sus ganancias; el discípulo entrega su vida. Considero que uno de los problemas más serios que se dan en la iglesia de Cristo es el dualismo que se establece. Por un lado, está Dios como ser espiritual; y nosotros, muy distantes como sus criaturas. Esta dualidad se ve cuando muchos cristianos hablan del día del Señor, pasando por alto que todos los días son del Señor; dicen que el diezmo es de Dios, cuando en realidad el 100% es de Dios; que el templo es la casa de Dios, sin embargo, olvidan que cada creyente es templo del Espíritu Santo de Dios. Sí, Dios no desea poco de nosotros, lo desea todo.

El creyente puede caer en la rutina; el discípulo es revolucionario. Uno de los grandes peligros del creyente en Cristo Jesús, es el quedarse atascado en los triunfos del ayer. La vida se caracteriza por el cambio, y en especial la vida en Cristo. Lamentablemente hay creyentes, así como iglesias completas, que caen en lo que yo llamo demencia cristiana, que no es otra cosa que el simple hecho de hacer las mismas cosas, esperando resultados diferentes. Un discípulo auténtico y comprometido, busca el cambio, el avance, conquista áreas que antes no había vencido, y no vive solamente de los triunfos del pasado.

El creyente busca que lo animen; el discípulo procura animar. Uno de los conceptos que más atraen mi atención en la vida de todo discípulo, es el entusiasmo, que no es otra cosa que «Dios dentro». Lamentablemente las iglesias están llenas de individuos que buscan experiencias que los animen, que los llenen, etcétera; pero cuando la iglesia no cumple las expectativas que ellos tienen, entonces, buscan una iglesia que sí «los llene»; y cuando esa nueva iglesia ya no llena sus anhelos, buscan una nueva, y así es el resto de la historia. Sin embargo, Dios ha formado un tipo de persona excepcional, el discípulo; por sí mismo anima, alienta, llena, ya que la vida abundante que recibe de Cristo Jesús cada día es su fuente esencial de gozo y paz, y no depende de las circunstancias para ello.

El creyente espera que le asignen tareas; el discípulo es solícito en asumir responsabilidades. A lo largo de mi ministerio me he encontrado con personas que dicen: «Pastor, cuando necesite de algo, solamente llámeme», y luego se retiran sin la menor intención de participar, pero descansados de que por lo menos «se pusieron a la disposición de Dios». Lo cierto es que el discípulo hace tres cosas en este aspecto: Primero, identifica necesidades; segundo, usa los dones que Dios le ha dado para llenar esas necesidades; y en tercer lugar, continúa su capacitación para darle a Dios el servicio que él merece. El discípulo sabe que no necesita de «cargos» eclesiásticos para servir a Dios, sino que busca servirlo con amor y excelencia.

El creyente murmura y reclama; el discípulo obedece y se niega a sí mismo. Estoy convencido de que uno de los pecados que más daño han causado a la iglesia de todos los tiempos es la murmuración y el chisme. Los púlpitos a menudo son el lugar donde los pastores comunicamos nuestra profunda frustración cuando en la iglesia hay murmuraciones y chismes, y creo que pocas veces se llega a comprender la seriedad de semejante práctica pecaminosa. En días pasados la iglesia que pastoreo y su servidor, prometimos delante de Dios, no hablar de nadie que no estuviera presente para defenderse, y cuando tuviéramos alguna queja contra alguien, seguir el patrón bíblico en cuanto a la confrontación y reconciliación. No me cabe la menor duda de que el creyente que se convierte en discípulo «se desviste» de la práctica pecaminosa de la murmuración.

Es el anhelo de mi corazón que los pastores y líderes de iglesias nos demos a la tarea de hacer discípulos, que por cierto fue el corazón de la gran comisión de nuestro Señor y Salvador Jesúcristo.

El autor es pastor de la Primera Iglesia Bautista de Ciudad Satélite, México.

martes, 24 de julio de 2007

Decidido

Vamos a probar este nuevo servicio en Linea...

Decidido (Luis Santiago)

viernes, 20 de julio de 2007

Sobre la FE

Se han dado cuenta de que todo el mundo habla sobre la FE.
Yo tengo fe, que hay que tener fé, que la fe mueve montañas..... Todos en algun momento tenemos fe en algo o alguien..

Pero que es la Fé o cuales son los tipos de fé?

Hoy en la predica de la iglesia donde asisto, se hablo de la Fé. He querido investigar un poquito sobre el tema y me encontre con esto.

Espero que me dejen comentarios.

jueves, 19 de julio de 2007

La maravilla de ser Cristiano

Es una emoción que no tiene palabras.....

Recibir a JESUCRISTO como tu salvador, es algo que te llena el alma...... una emoción indescriptible... (Juan 1:12)

Este post es mi declaración al cybermundo de que hace 4 años me convertí pero luego me enfrié y ahora volví al Señor..

He nacido de nuevo....EL ha perdonado mis Pecados

Te invito a que tú tambien lo hagas... es muy facil... como dicen los amigos de herbalife: "PREGUNTAME COMO !! "




Ufff todo por un libro en CHM

Ufff tremendo lio por ayudar a un listero de la lista linux UTFSM...

Ok, OK se me ocurrio enviarle un archivo (libro de Samba) que descargue por ahi y le mande un mensaje a la lista y no en forma personal... (La Kgue)..

Bueno, tienen razon, eso no se debe hacer... a menos que el librito este licenciado para ser distribuido.... en todo caso aca esta el link:


http://www.megaupload.com/es/?d=HDCKXLWW